Introducción: una planta entre el pasado y el futuro
La cannabis ha sido prohibida, perseguida y demonizada durante gran parte del siglo XX. Pero ahora, en pleno siglo XXI, está siendo redescubierta como aliada terapêutica, fonte de renda e símbolo de libertades individuais.
Sin embargo, este redescubrimiento no es inocente. ¿Quién escribe la nueva historia de la cannabis? ¿Qué papel juega el Sur Global en este proceso? ¿Y qué queda de las memorias que el prohibicionismo intentó borrar?
Ir más allá del prohibicionismo significa hacer las preguntas incómodas y recuperar las historias que fueron silenciadas.
Prohibicionismo: una herramienta política y racial
El prohibicionismo canábico no nació de evidencias médicas ni científicas, sino de intereses políticos, económicos y raciais. En los Estados Unidos, la “guerra contra las drogas” fue usada para criminalizar comunidades negras y latinas. En países del Sur, las políticas impuestas por organismos internacionales replicaron esa lógica colonial.
Detrás de la retórica de la “salud pública”, lo que se impuso fue una guerra contra los cuerpos racializados, los saberes ancestrales y las culturas disidentes.
Historia silenciada: cannabis antes de la prohibición
Antes de ser criminalizada, la cannabis era parte integral de muchas culturas del Sur Global:
- En México, utilizada en prácticas curativas populares.
- En India, consumida en rituales religiosos desde hace milenios.
- En África, cultivada por comunidades rurales para uso espiritual y social.
Estas historias fueron apagadas por los discursos hegemónicos del Norte Global, que presentaron la cannabis como una “amenaza” a la civilización occidental.
El Sur Global en el centro del debate
Hoy, mientras el mundo discute la legalización, el Sur Global ocupa un lugar estratégico pero ambivalente:
- Es productor de cannabis de alta calidad
- Alberga saberes tradicionales valiosísimos
- Sufre las consecuencias más duras del prohibicionismo
Pero, a menudo, sigue siendo excluido de las decisiones políticas, del mercado legal y de los espacios de representación científica.
¿Legalización para quién?
Legalizar no basta. La pregunta clave es: ¿quién se beneficia con la legalización?
En muchos países, las licencias quedan en manos de grandes empresas, mientras los pequeños cultivadores siguen siendo criminalizados. La “industria del cannabis” corre el riesgo de repetir las dinámicas coloniales: extraer del Sur, enriquecer al Norte.
Descolonizar la legalización es garantizar:
- Acceso justo y equitativo a licencias
- Reconocimiento de los saberes tradicionales
- Reparación histórica para quienes fueron perseguidos
- Participación real de las comunidades en el diseño de políticas públicas
Futuro canábico desde el Sur
A pesar de los obstáculos, el Sur Global no es solo víctima: es protagonista de nuevas formas de relación con la planta.
Desde cooperativas indígenas hasta laboratorios comunitarios, desde terapeutas populares hasta movimientos de mujeres canábicas, está emergiendo un futuro distinto, más humano y menos mercantilizado.
Un futuro que recupera la cannabis como planta sagrada, como medicina del cuerpo y del alma, como símbolo de autonomía y resistencia.
Conclusión: más allá de la prohibición, hacia la justicia
Salir del prohibicionismo no significa entrar sin crítica en el mercado legal. Significa reconstruir una relación justa, consciente y descolonizada con la cannabis.
El Sur Global tiene mucho que aportar en esta reconstrucción: memoria, espiritualidad, ecología, comunidad. Escuchar sus voces no es un gesto de inclusión: es una necesidad urgente para que el futuro canábico no repita las injusticias del pasado.
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