Existe un silencio que no es ausencia de sonido, sino presencia de sentido. Un silencio que solo puede ser comprendido cuando la mente se aquieta y el espíritu se abre. Es ese silencio al que el cannabis nos invita a escuchar.
En un mundo ruidoso, acelerado y saturado de estímulos, la planta nos ofrece un espacio de pausa. No trae respuestas estruendosas, sino sugerencias sutiles, susurradas en el silencio entre los pensamientos.
La Filosofía del Silencio
Los antiguos filósofos ya comprendían el valor del silencio. Sócrates decía que la sabiduría comienza con la admisión de la propia ignorancia. El cannabis, cuando se utiliza como herramienta contemplativa, facilita ese estado de humildad interior —un suelo fértil para la reflexión.
El silencio inducido por la planta no es vacío. Está lleno de escucha, de presencia, de conciencia ampliada. En ese estado, surgen percepciones que escapan de la lógica cotidiana:
- La belleza de un gesto simple;
- La profundidad de una mirada;
- La eternidad de un instante.
La Planta como Conductora de la Contemplación
Contemplar no es pensar. Es estar. Es sumergirse en la experiencia del ahora sin juzgar, sin etiquetar. El cannabis suaviza las barreras del ego y nos permite acceder a ese estado de contemplación pura.
Se convierte, así, en un vehículo para el silencio filosófico —ese en el que no se busca entender, sino simplemente ser. Y, paradójicamente, es en ese ser donde florece la comprensión.
El Silencio como Cura
Vivimos en un mundo que nos exige opinión, acción y productividad constantes. El silencio, en este contexto, es revolucionario. Y el cannabis, al facilitar ese regreso al centro, también se convierte en una cura contra el exceso.
En la quietud que promueve, reencontramos partes de nosotros olvidadas. Escuchamos nuestra verdad. Y tal vez, en ese espacio de escucha, lo sagrado se manifieste.
Conclusión
El silencio de la planta no es mudez —es elocuencia sutil. Nos enseña que no toda sabiduría se pronuncia con palabras. Algunas solo pueden sentirse en la piel, en los poros, en el alma.
Y al permitir que el silencio hable, descubrimos que el cannabis no es solo una planta. Es también poesía, presencia y portal.